martes, 6 de mayo de 2008

REPITIO Y REPITIO...

Por: Pedro Medina. Noviembre del 2007.

Un carpintero boyacense con un nombre interesante, Rubicundo Hastamorir, fue reclutado para ir a trabajar con una multinacional en Arabia en 1978. Al percatarse que no se podía tomar trago, tomó la decisión de encargar grandes cantidades de panela para hacer guarapo guandolo (bebida fermentada de panela con cáscara de piña). La bebida que inicialmente era para él, fue contagiándose a otros compañeros de trabajo. Habían varios frentes de trabajo – colombianos, belgas, alemanes, norteamericanos, franceses y el que más avanzaba era el de Rubicundo, compuesto por obreros, técnicos e ingenieros colombianos.
Un buen día, el Presidente de la compañía visitó la ubicación donde trabajaba Rubicundo. Ante ese calor, pidió algo de tomar y le dieron su vaso grande de guarapo. Repitió y repitió. Unos días después, llamaron al jefe de Rubicundo de apellido Gónima, también colombiano a las oficinas de la presidencia del complejo empresarial. El susto de Gónima y de los colombianos fue brutal. Pensaron que como la bebida era fermentada en un país que restringe las bebidas alcohólicas, habría grandes represalias.
Cual no sería la sorpresa cuando Gónima se enteró que el Presidente quería que le fabricaran 1,000 litros diarios para reemplazar la gaseosa. De ahí Rubicundo Hastamorir pasó de ser carpintero a ser productor de guarapo para los ejecutivos y obreros de la multinacional.
Esta historia que me contó recientemente Luis Angel es una muestra más de que tenemos muchos tesoros no descubiertos. A veces no sabemos que los tenemos hasta que alguien nos los hace ver. A veces, requiere pioneros de paradigmas que rompan las taras y las trabas y se lancen a hacer aquello que muchos sabemos o presentimos que puede ser una buena idea empresarial pero no nos atrevemos a hacerla.

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